Article d’Enrique Ballester, metge d’urgències de l’Hospital de La Ribera. Una reflexió personal sobre la situació politic/sanitària actual.
Desde mi ventana el verde de los naranjos se mezcla con el verde pinar de montañas cercanas en una tarde calma de un otoño atípico, raro de vivir, difícil de encajar en la mente y en el alma, donde queremos vivir una normalidad que es anormal y que impregna de una tristeza melancólica nuestras vidas.
Olvidé por un momento que vivía en el otoño del 2020, un año embozado en mascarillas y distanciamientos, en el que he visto lo mejor de los humanos, pero también lo peor, lo más despreciable: jugar al bingo con la vida de las personas.
Las mentiras de unos políticos que dicen ser mis gobernantes, unos con más cara dura que otros, y que han manipulado números de vidas y muertes a su antojo, con la única finalidad de salir indemnes del ataque de sus oponentes, de la opinión pública y la prensa.
Pero ya no pueden contener más la dura realidad que tanto han negado: la tan temida segunda ola del Covis 19 ha llegado para quedarse. Ya se ha cobrado más de 33.500 vidas (otras fuentes fiables de información sanitaria cifran en más de 50.000) y roza el millón de infectados, con 920.000 casos de coronavirus diagnosticados por PCR con test positivo (Fuente: Ministerio de Sanidad).
Lo que es lo mismo, y sin querer ser alarmista, en España vivmos 47 millones de personas, y ya casi 1/47 parte de personas están infectadas.Y nuestros gobernantes siguen jugando al bingo de la salud con los números de la vida y la muerte, mientras que con bochornosos espectáculos en el Congreso de los Diputados nos entretienen (y me avergüenzan) con debates sobre temas tan importantes en éstos momentos, como la esperpentica renovación del Consejo del Poder Judicial, la nueva modificación de la ley del aborto, las posibles ayudas económicas a los okupas, o las prohibiciones de desplazamientos oficiales de la Casa Real a determimadas comunidades independentistas.
No me acostumbro a vivir con la boca y la nariz tapadas, ni quiero acostumbrarme, quiero hablar y respirar el aire puro de la verdad y no el humo tóxico de las mentiras Espero que el tiempo ponga a cada uno en su sitio, y la vida les pague el futuro a éstos personajes de comedia, con la misma moneda con la que ellos están comprando el nuestro.
Enrique S. Ballester Llopis
Médico de Urgencias