Vicent Ramón García Mont
Siempre se ha dicho que dos son compañía y tres son multitud. Quizás por eso Més Algemesí declinó entrar, a última hora, en el equipo de gobierno formado por el PSPV y EU. Y es que si nos inspiramos en la obra de Gabriel García Márquez, este nuevo gobierno municipal era la crónica de una crisis anunciada.
Formaron gobierno con el apoyo de Més Algemesí e hicieron alcaldesa a la candidata socialista que consiguió cosechar los peores resultados del PSPV en la historia de Algemesí. Empezaban mal, pero aun así, al principio todo era euforia. Somos el gobierno del cambio, venimos a rescatar a las personas, a echar al PP y a dignificar las instituciones, decían.
Pero poco a poco hemos visto que todo aquello no era nada más que humo y, la euforia, poco a poco se ha ido disolviendo. Siempre se ha dicho que en el Partido Popular no sabemos vender, y que la izquierda es una profesional de la comunicación; y es verdad. Pero es verdad porque el tiempo que ellos dedican a vender humo, en el Partido Popular de Algemesí lo dedicamos a trabajar, con esfuerzo y tesón, por nuestra ciudad, como hemos hecho durante ocho años.
Becas a estudiantes y a familias que ahora se pagan con el curso acabado y servicios sociales que atienden con tres meses de retraso a las personas necesitadas son el legado que nos dejan aquellos que venían a rescatar a las personas. Y no, con el Partido Popular, eso antes no pasaba.
Con el gobierno del cambio llegaban también la participación y las consultas ciudadanas. Se les olvidó consultar antes de eliminar los contenedores de la ciudad, prohibir el himno regional en su primer 9 d’octubre, o dejar de asistir a las procesiones que representan la tradición que con tanto esfuerzo y dedicación nuestros vecinos han conservado a lo largo de la historia de Algemesí. Aun así, ni tan siquiera lo que consultan, son capaces de cumplirlo. Dos años de presupuestos participativos nos han dejado dos años de incumplimientos, ya no con sus votantes, sino con todos los ciudadanos que confiaron en un proceso en el que aparentemente se les tenía en cuenta.
Tras dos años de cambio, también se han acabado los pañuelos. Y digo esto porque no han dejado de llorar. El PP, que tan mal lo hizo, según ellos no les dejó nada en las arcas municipales. Nosotros nos fiamos más de los documentos oficiales que de ellos, y con 7 millones de euros en la caja y 1,3 a plazo fijo, deberían ser suficientes millones para que a más de uno se le cayese la cara de vergüenza de mentir tan descaradamente. A fecha de julio de 2017, las principales partidas de programas de empleo, inversiones en infraestructuras y dinamización de la economía siguen íntegramente sin gastar. Tienen dinero, lo que les falta es capacidad para saber gastarlo. Por eso, dos años después, con un argumento caduco y engañoso, han dejado de llorar.
En definitiva, dos años de promesas incumplidas, de cristales transparentes pero con las cortinas cerradas y de vecinos desilusionados con un gobierno instaurado en una crisis permanente, del que ni la propia izquierda se atreve a fiar. En el último pleno, a instancias de Més Algemesí y con el voto favorable del PP, se retiró la dedicación a tres concejales por dejadez de funciones. Será que son ellos los que necesitan el cambio, aunque no lo quieran ver. Pero que estén tranquilos, que lo que las izquierdas han unido, no lo separarán los hombres de buena voluntad.