Alejandro Adame vio premiada su disposición con la única oreja de la tarde. Rafael González tiró de oficio pero falló con los aceros. Se lidió una novillada muy deslucida de Fernando Peña.
Manejable pero sosa. Noble pero deslucida. Con las fuerzas al límite y la casta bajo mínimos. La novillada de Fernando Peña anduvo sobrada de cuajo pero falta de raza. No molestó demasiado a sus matadores, pero tampoco tuvo la transmisión necesaria para que pudiesen triunfar. Sus escuetos viajes y su falta de entrega sólo permitía realizar una tauromaquia aparente, de adornos y recursos. Nada de toreo largo, por abajo y ligado. Y claro, para eso había que tener mucho oficio.
Demostró tenerlo Rafael González, más centrado con su segundo que con el que abría plaza, tardo y cansino. Con éste se mostró seguro, asentado y firme, pero su labor nunca alcanzó la conexión con los tendidos.
Salió arreado a lidiar el segundo de su lote e inició la faena toreando en redondo de rodillas. Pero el astado marcó de inmediato su querencia a tablas. Tiró entonces el madrileño de técnica para llevar a cabo una labor autoritaria y repleta de recursos inspirados que consiguieron atraer la atención del público. Por dos veces aguantó impávido en terrenos comprometidos, donde apenas cabía la anatomía del animal, y en ambas ocasiones recibió un derrote seco. Uno de ellos le provocó un puntazo en el gemelo que ni se miró. Luego se demoró mucho con los aceros.
Manseó el segundo de la tarde en los primeros tercios, pero pareció mejorar su comportamiento en la franela. Puro espejismo porque de inmediato se vino a menos y acabó contagiando de su sosería a Alejandro Adame y al respetable.
No cambió demasiado el panorama ante el que cerraba festejo, otro que se quedaba corto y pasaba sin emplearse. El toreo del mejicano tuvo variedad, pero su faena careció de directriz y rotundidad. Sin embargo su disposición y buenas intenciones tuvieron premio aún cuando la estocada cayó baja y trasera. La oreja concedida no fue más que la anécdota de una tarde en la que la gente estaba tan decepcionada como deseosa de recompensar la buena actitud.
Ficha del festejo:
28 de septiembre. Plaza de toros de Algemesí, 6ª de feria. Lleno. Cuatro novillos de Fernando Peña de sobrado cuajo y nobles pero descastados.
Rafael González: silencio y saludos tras aviso.
Alejandro Adame: silencio tras aviso y oreja.
Incidencias: Rafael González fue atendido en la enfermería de una herida inciso-contusa que afectaba piel, tejido subcutáneo y fascia de 10 centímetros de longitud total. Sin lesiones musculares ni vasculares. Se procedió a la limpieza de la herida y sutura por planos dejando un drenaje. Pronóstico leve. Remitido a su domicilio. Parte firmado por el cirujano jefe del equipo médico de la plaza: José Eduardo Pérez Folqués.
Artículo publicado en burladero.tv